Por: Juan Francisco Rosario Gratereaux (@JuanGratereaux)
Los países en
vías de desarrollo en gran medida se caracterizan por no tener un sistema de
protección a sus trabajadores basados en un salario justo, equitativo y sobre
todo progresivo. Muchos no conocen ni siquiera y mucho menos entienden que el
tema salarial se convierte en el sustento primordial de la familia, es ahí la
importancia del trabajo digno y garantizar de manera progresiva los aumentos
salariales acorde a los aumentos realizados en la canasta familiar.
La República
Dominicana no escapa de la marginalidad salarial, en la que viven sus
trabajadores, acorde a un salario mal pago o denominado como indigno que no
representa la realidad de los gastos en la que millones de trabajadores se ven
día a día, lo que convierte nuestra sociedad en propulsora de la desigualdad y
del salario indigno.
Lo que
muchos no saben es que el salario constituye el elemento principal de un
contrato de trabajo y es definido por nuestro Código Laboral, en su artículo
192, como “la retribución que el empleador debe pagar al trabajador
como compensación del trabajo realizado”, por lo que podemos deducir que
esta remuneración tiene su fundamento en el trabajo ejecutado por el trabajador
como resultado de poner su esfuerzo y disposición bajo la subordinación del
empleador. Lástima que no es considerado un factor determinante para los
aumentos salariales ni mucho menos para incremento gerencial dentro de
posiciones importantes.
La Constitución
Dominicana, en su artículo 62 sobre el derecho al trabajo, nos dice que se debe
garantizar el pago de igual salario por trabajo de igual valor, sin
discriminación de género o de otra índole y en idénticas condiciones de
capacidad, eficiencia y antigüedad. Seamos claros en algo y es que en la
República Dominicana no se cumple con esto, sencillamente porque no
existe una política salarial seria, responsable y sobre todo con proyección de
crear oportunidades de crecimientos sostenibles de salarios, así muchos podrían
mejorar su calidad de vida. Pero, al parecer no existe voluntad.
La realidad
de nuestro país es que tenemos un problema salarial de tal magnitud, que en
términos reales el salario ha venido disminuyendo en los últimos 20 años. En
vez de buscar solución a este problema que afecta todo el sistema laboral de un
país, pudiendo traer problemas graves a la estabilidad, nadie toma en
importancia esta problemática.
Los efectos
negativos del bajo salario que reciben los trabajadores radican en falta de
disposición y malos trabajos. Lo lamentable es que mientras en nuestro país la
necesidad aumenta y los empresarios se quejan del salario por el que pagan más
los supuestos altos costos de la seguridad social, la mayoría de los países de
la región que creen en sus trabajadores y buscan mediante políticas laborales
crear oportunidades, la masa trabajadora tiene ingresos que cubren sus
necesidades y les alcanza para adquirir instrumentos para mejorar sus calidades
de vidas, en otras palabras si tienen políticas efectivas de crecimiento
salarial.
Lo que
debemos hacer es despertar, ya que los bajos salarios perpetúan la miseria y
enflaquecen la calidad de vida de los más pobres y de la clase media, el salario indigno es muy peligroso, principalmente en los
jóvenes, porque es una fuente que se convierte en un receptor para que la
delincuencia florezca, por lo que urge que nuestra sociedad resuelva lo
más pronto posible este tema, ya que ninguna política preventiva será eficiente
si no reforzamos el ámbito laboral.
Hasta el
momento, lo único que ha contribuido, siendo una fuente alternativa laboral, es
el auto-empleo y la informalidad, sí esa misma informalidad que tanto atacan
una parte del sector empresarial, porque ha servido de fuentes de superación y
emprendurismo a millares de trabajadores que no son reconocidos en sus labores,
sin estas informalidades o el famoso pluriempleo, se hubiese generado “Un
estadillo social en el país”, en vista de que no hay
capacidad del sector empresarial para crear los empleos que demandan el
mercado, ni mucho menos pagar dignamente a los que ejercen su labor con
dedicación, determinación y sobre todo con ganas de crecer.
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